Diseño y ecología se dan la mano en la interesante propuesta de Micaela Pontoriero e Itatí De La Vega: cubiertos de caña común biodegradables. Tal proyecto la valió el año pasado la obtención del Capital Semilla y después de afinar mucho el lápiz –y unos cuantos trámites- están transitado el último mes antes de ponerlo en circulación en el mercado.
La idea surgió cuando una amiga de Micaela, que está muy cerca de colgar el título de diseñadora industrial, comenzó con la venta de comida orgánica. A ella le encantó la iniciativa, pero le hacía ruido que a la hora de la venta fuese acompañada por cubiertos y platos de plástico. Parada en esa vicisitud tomó como suyo el desafío de encaminar la cosa por la vía ecológica, y valiéndose de los conocimientos y entusiasmo de Itatí, estudiante de Agronomía, dieron en la tecla.
Le apuntaron a varios materiales, pero en la caña común, la que atiborra cuanto rincón húmedo encuentra, encontraron su base de producción. Luego llegó el turno de bocetar los cubiertos y la consiguiente pulida de ideas. Con esta historia obtuvieron el Capital Semilla, lo que les permitió vestir con más formalidad el proyecto.
Ahora mismo estarían calculando en un mes la puesta en largo de su producción, que de momento apunta a la cubertería, pero que queda abierta para nuevos objetos que contribuyan con la ecología, que tras su uso se incorporen al medio ambiente con el ciclo natural –se biodegradarán- y que al mismo tiempo brinden cierta solución a la plaga que en ciertos rincones representan los cañaverales.
"Ya tenemos el espacio que necesitamos para la fabricación de los cubiertos, pero ahora estamos esperando que nos llegue la impresora láser, que es la que nos permitirá producir cada cuchillo, tenedor y cuchara. Hay que destacar que empezaremos la venta de diseños nuestros, pero los clientes tendrán la posibilidad de aportar los detalles, su propia marca o cambios que le gustarían agregar”, comentó Micaela.