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Fuera de la ley

La mujer que eligió vivir con el violador de su hija

Una nena fue violada por su padrastro durante años. La Justicia la sacó de su hogar, pero su madre prefirió quedarse con el abusador, que terminó condenado.

Por Redacción Tiempo de San Juan

“Estoy viendo lo que está pasando”, dijo, como si fuera un testigo privilegiado y no el principal acusado de uno de los delitos más aberrantes que existen.

“No tengo nada que decir: estoy pensando en mi familia”, agregó.

Era su última oportunidad de defenderse antes de ser consagrado de forma legal como un crápula.

Y como marido de la peor de todas.

El había empezado con eso allá por 2009, cuando la nena tenía apenas 5 años. Ella era la hija de su mujer y la tenía ahí, al alcance de sus manos depravadas, en la misma casa donde convivían como pareja y donde armarían una familia ensamblada.

Ni una mudanza, ni la llegada de sus propios hijos cambiarían algo. Lo haría durante cinco años, en dos casas distintas, en Pilar.

Esperaba a que la mamá de la nena se fuera a trabajar, cuidando chicos en otra casa o en un boliche nocturno. Ahí la atacaba, siempre bajo amenazas.

-Venía y me tocaba-, explicaría la nena en una Cámara Gesell, ese dispositivo donde la Justicia obtiene el testimonio de los chicos mientras hablan con psicólogos sin darse cuenta de que los observan desde afuera con un sistema de vidrios espejados.

-Me tocaba en la cola y en mi pecho. Me daba besos y si no quería me agarraba del pelo para que yo le de besos.

El crápula, explicó, también le pegaba.

-Me agarraba del brazo, de cualquier lado me agarraba para que yo esté con él.

También la amenazaba, de la forma más baja.

-Me decía que si yo decía algo me iba a separar de mi mamá y me iba a dejar sola con él.

Su hermanita y su hermanito aún no habían nacido. Se sentía sola, entregada a lo que pudiera pasarle. Desvalida, sin opciones frente a su padrastro, Hernán.

-Esto empezó cuando tenía cinco años. Siguió hasta los 9 y después cuando cumplí los 10, de vuelta empezó.

-¿Cuántas veces habrá pasado esto?-le preguntaron.

-No sé.

-¿Más de cinco?

-Sí.

-¿Más de diez?

Asintió.

-¿Más de quince?

Asintió.

-¿Y siempre fueron manoseos? ¿O fue algo más?

-No. Me metía su cosa.

-¿Siempre sucedió cuando tu mamá se iba a trabajar?

-Sí, porque nació mi hermana y no me hizo más. Y después cuando mi hermana cumplió los 7 y quedó mi mamá embarazada de mi hermano. Y ahí empezó de vuelta, y si yo le decía a mi mamá, él le decía que no me crea, porque yo era la que hacía todo eso. Le decía que yo tenía toda la culpa.

Los psicólogos tuvieron que hacer una pausa ante la sorpresa.

-O sea, ¿vos le contaste a tu mamá esto?

-Sí.

-¿Y tu mamá no te creía?

Asintió.

-¿Y él le decía que no te crea, que es culpa tuya?

-Sí.

-¿Y tu mamá qué decía?

-Nada, decía que le creía nomás.

Al principio, sólo ocurría los viernes, cuando su madre se iba a trabajar. Pero después se sumaron más días.

-Cuando mi mamá se iba a buscar a mi hermano él me decía que le cocine, que le haga todo.

-¿Y ahí también pasaba esto?

-Sí.

-¿O sea que era más de una vez por semana?

Asintió.

-¿Y agredió a alguien más en la casa?

-Sí, a mis hermanos les pegaba también. A veces porque mi hermano andaba descalzo o mi hermana no se quería cambiar la ropa porque estaba sucia, les pegaba. El tenía una chancleta con la que siempre les pegaba a mis hermanos.

-¿Y qué más te decía para que no cuentes nada?

-Que si decía algo iba a quedar embarazada.

-¿Cuándo fue la última vez que pasó?

-Un sábado, cuando fui a la casa de mi abuela. Yo le conté a mi tía y mi mamá le dijo que yo tenía que ir al psicólogo. Mi tía me preguntó por qué y yo le conté todo.

-¿Y por qué dijo tu mamá que tenías que ir al psicólogo?

-Porque yo ya le había contado y le dije que yo necesitaba contárselo a alguien, yo se lo había contado a ella pero ella no me creía y no iba a hacer nada. Entonces le tuve que contar a mi tía.

-¿Cuántos años tenías ese sábado?

-Diez.

-¿O sea que fue este año?

-Sí.

La nena fue entrevistada por más psicólogos. A uno le contó que su padrastro la violaba cuando su mamá trabajaba de noche en un boliche. Que la pasaba a su cama -a la cama de su madre- y ahí la violaba de todas las formas posibles.

Con vergüenza y con angustia explicó que había intentado revelarle todo a su madre más de mil veces, pero que más de mil veces se había encontrado con incredulidad.

“No, eso no es verdad. Si yo lo conozco a Hernán desde que éramos chicos”, le respondía la mujer en cada ocasión Su abuela, en cambio, sí le creyó. El sábado 16 de mayo de 2015 la nena fue a su casa para asistir a la fiesta de bautismo de su primita y quedarse a dormir allí. Pero cuando la mujer le advirtió que al día siguiente debería regresar a su propio hogar, la vio resquebrajarse como un cristal.

La nena le explicó a la abuela que la pareja de su mamá la hacía cebar mate en la cama tapada con sábanas y que, mientras lo hacía, él la manoseaba. Llegó su tía y también escuchó su drama: “Hernán me toca desde que tengo cinco. Me dice que quiere tener un hijo conmigo. Que va a dejar a mi mamá porque yo soy más linda”.

Las mujeres enloquecieron. La tía subió al Fiat 147 de su marido y se fue para la casa de la nena, adonde llegó a la 1.30 de la madrugada. Despertó a su hermana a los gritos, la insultó, intentó agredirla y le exigió explicaciones.

-Seguro abrió la boca, yo ya lo sé, cuando vivíamos en la otra casa me lo contó y yo lo llamé a Hernán y lo confronté y ahí ella no dijo nada...-fue la respuesta de la madre.

Aquella noche, la nena se quedó a dormir en lo de su abuela. Su mamá prometió hacer la denuncia policial y se volvió a dormir con su pareja.

Con Hernán, el abusador.

Pero pasaron quince días y nada. Su madre y su hermana la increparon.

-Hablé con Hernán y me dijo que la nena seguro lo dijo jugando. Para mí no hay que hacer nada...-contó la madre. Y volvió a llevarse a la nena a su casa, con su pareja.

Con el abusador.

Y empezó a prepararse para mudarse.

Entonces, la abuela y la tía decidieron hacer la denuncia.

Así empezó el proceso, en el cual la tía de la nena explicaría: “A mi hermana no le importa su hija. Sólo quiere estar con su pareja. Prefirió callar para protegerlo”.

Los hechos le darían la razón. El caso empezó un camino penal y otro en un juzgado de Familia, que decidió que la nena viviera con su abuela materna.

Y así empezaron a pasar los años. Dos años. La nena, con su abuela. La madre, conviviendo con el abusador de su hija.

“Mi hermana nunca se acercó a verla. Se olvidó por completo de ella”, contaría la tía.

En el juicio, el acusado aseguró que la denuncia en su contra tenía que ver con una supuesta disputa familiar vinculada con la venta de una casa.

-Ella cuando se iba a la casa de la abuela siempre nos la secuestraban. Cuando volvía, volvía rara. Un día me dijo que su tío la tocaba...Pero nunca le di importancia. Ella siempre tuvo conductas raras, se metía en mi cama, me empezaba a tocar a mí. Tenía 5 ó 6 años cuando lo hacía. Sería algo que aprendió, porque un día me dijo que había visto a la tía con el tío teniendo relaciones... Yo me sentía re mal. Hablamos con la madre y ella me dijo que se le iba a pasar con el tiempo. Después se le pasó y no hizo más eso...

No convenció a los jueces del Tribunal Oral N° 1 de San Isidro, que a principios de este mes decidieron condenar a Hernán O. (28) a quince años de prisión por abuso sexual agravado por ser cometido contra una menor y aprovechando una situación de convivencia.

Pero el tribunal, presidido por el juez Alberto Ortolani e integrado también por María Elena Márquez y Gonzalo Aquino, se puso a analizar qué hacer con la madre.

Quizás pesó en su ánimo que la nena declaró ante todos los especialistas que no quiere ni ver ni hablar con su mamá.

Quizás incidió su insistencia en que lo único que quiere es seguir viviendo con su abuela.

Quizás tuvo que ver que sólo sonríe cuando habla de ella y de sus primitos.

Quizás fue la indignación de haber visto a la mujer acompañando a su marido en la sala de audiencias donde se hizo el juicio. Y ofreciéndose a declarar como testigo a su favor.

La fiscal del juicio, Carolina Carballido Catalayud -la misma del caso Farré- pidió copias del expediente y ahora analiza denunciarla por complicidad en el abuso sexual de su propia hija.

“Mi papá tiene que estar preso, por lo que me hizo a mí y porque les pega a mis hermanitos”, declaró la nena, hoy de doce años.

Aún nadie se animó a preguntarle qué es lo que tendría que pasar con su mamá.

Fuente: Clarín

Tiempo de San Juan

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