La pierna izquierda de la niña sólo había crecido hasta la altura de su rodilla derecha, por lo que los médicos intervinieron y la extendieron hasta que llegó al nivel normal.
Aparte de eso, los doctores reconstruyeron su cadera, el tobillo y la rodilla. Para concluir el tratamiento, la madre debió activar de manera manual el sistema mecánico que separaba el fémur de la tibia.
El proceso era doloroso, pero Elsie logró resistir y demostró ser un chica muy valiente.
Elsie estuvo medicada todo lo que duró el tratamiento. De no haberle dado sedantes, la pequeña habría sufrido demasiado cada vez que le fracturaban la pierna. Sin embargo, aún dándole medicinas, el procedimiento fue doloroso y Jackie se sentía desesperanzada al ver a su hija sufrir.
Afortunadamente todo resultó perfecto y la pierna pudo estabilizarse en la longitud que se esperaba.
Fuente: La Nación.