Solo quedaban 3 escalones para llegar al principal santuario de la Difunta Correa, en Vallecito, y Hugo Sombra se tapa la cara y llora. Tal vez recuerda las épocas de desesperación cuando fue a pedirle un milagro desde su casa en Villa Mercedes, San Luis. La Difunta lo escuchó y desde entonces siempre sube las escaleras de rodillas, también lo hace su mujer, María Araya.
"Desde que recibí un milagro muy grande de Ella, desde entonces cuando vengo siempre subo de rodillas, es algo normal para mí. Toda mi familia somos muy devotos y dije que cada vez que venga vamos a forzarnos un poco más en la subida, por los favores concedidos", contó.
El primer milagro de la Difunta a la familia fue curar una enfermedad a la hija de Hugo, "después de que se lo pedí, ella mejoró totalmente y nunca más lo padeció. Eso nos dio mucha fe", contó.
La familia llega de San Luis al menos 3 veces al año para visitar a la Difunta, con sus velas y su sacrificio. No tienen acá parientes ni amigos, por lo que después de hacer 450 kilómetros y comer algo, se vuelven a su casa.
"Pasamos por San Expedito también y regresamos más aliviados, nos da mucha fuerza y volver es como si fuéramos al centro", aseguró.